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ToggleEl régimen de tributación simplificado (RTS) se presenta como una herramienta valiosa para pequeños contribuyentes, permitiéndoles cumplir con sus obligaciones tributarias de manera más sencilla. Sin embargo, detrás de su simplicidad, se esconden tanto beneficios como desventajas que pueden influir significativamente en la salud financiera de una empresa.
Para los contadores públicos y privados, es crucial evaluar cuidadosamente si este régimen es adecuado para sus clientes, considerando factores como la estructura de costos, el volumen de compras y las proyecciones de crecimiento.
En este artículo, exploraremos las ventajas y desventajas del Régimen Simplificado, proporcionando una guía práctica para que los profesionales de la contaduría puedan asesorar a sus clientes de manera efectiva y tomar decisiones informadas que maximicen los beneficios fiscales sin comprometer la equidad tributaria.
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Ventajas del régimen simplificado
El régimen simplificado ofrece beneficios claros para aquellos negocios que califican, especialmente en términos de facilidad y ahorro de tiempo:
- Trámites reducidos: al unificar IVA y renta en una sola declaración trimestral y simplificar el cálculo, se eliminan múltiples formularios y reportes. Es un régimen que “ofrece una forma sencilla de cumplir con los deberes tributarios”, evitando a pequeños comerciantes lidiar con cálculos mensuales de impuestos complicados.
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- Menos carga contable: no se requiere llevar libros contables complejos ni estados financieros formales mes a mes. Basta con mantener un control de compras al día y guardar las facturas de esas adquisiciones. Esto reduce costos administrativos y riesgos de errores contables.
Sin embargo, debe tener en cuenta que no llevar contabilidad formal detallada representa una opción para simplificar solo la labor tibutaria, pero a nivel de negocio la contabilidad formal es mucho más que un fin en sí mismo para el pago de impuestos; la contabilidad orienta, dirige y materializa las decisiones empresariales.
- Liquidez y adaptación: al pagar impuestos según el volumen de compras, el impuesto a pagar tiende a ajustarse a la realidad del negocio. En un trimestre con pocas compras (y presumiblemente bajas ventas), el monto de impuesto será menor, lo que ayuda con la liquidez en épocas difíciles. En otras palabras, el pago fiscal se adapta a la actividad económica reciente del negocio.
Por ejemplo, si en un trimestre bajo un minorista solo repone poco inventario, sus impuestos serán proporcionalmente bajos también.
- Facilidad de cumplimiento voluntario: la adhesión y salida del régimen es voluntaria y relativamente sencilla. La inscripción se realiza mediante el formulario D-140 en la Administración Tributaria Virtual (ATV) y, una vez dentro, solo hay que presentar las declaraciones trimestrales D-105 a tiempo. Esto le da flexibilidad al contribuyente para optar por el régimen cuando le convenga y dejarlo si deja de convenirle, sin trámites engorrosos.
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Desventajas del régimen simplificado
En cuanto a las desventajas, pueden resumirse en:
- Límites de crecimiento: como se mencionó, si el negocio crece y supera los topes de compras, personal, activos o abre más sucursales, queda excluido del régimen simplificado. Tendría que migrar al régimen tradicional, lo cual implica implementar lo que implica implementar contabilidad formal y posibles pagos retroactivos.
- Pago de impuestos no relacionado con utilidades reales: el hecho de pagar según un factor sobre las compras puede resultar en que algunos negocios paguen más impuesto que bajo el régimen tradicional, o también menos, dependiendo de su estructura de costos. Por ejemplo, un negocio con margen de ganancia muy bajo (es decir, que sus compras representan casi toda su venta) podría terminar pagando un monto de impuesto calculado sobre compras que quizás sea mayor al impuesto sobre renta real que tendría si se le calculara solo sobre su escasa utilidad. Inversamente, un negocio con margen de ganancia alto (pocos costos, como sería un profesional) pagaría muy poco impuesto en el RTS ya que compra poco – razón por la cual ese tipo de actividades ni siquiera están permitidas en este régimen.
En resumen, el RTS no considera los gastos operativos distintos a las compras; por lo tanto, no permite deducir alquileres, servicios u otros gastos como sí lo hace el régimen tradicional.
- Limitaciones en crédito fiscal para clientes: al no emitir facturas electrónicas con IVA, los clientes empresariales que compren a un proveedor bajo régimen simplificado no podrán acreditar IVA por esas compras (ya que ese IVA no fue cobrado). Si bien para el consumidor final esto no es relevante, para relaciones B2B puede ser una desventaja. Un cliente empresa podría preferir comprar a proveedores que sí brinden factura con IVA desglosado para aprovechar el crédito fiscal.
- Menor control de inventarios y gastos: aunque es una ventaja no llevar contabilidad completa, esto también puede ser un arma de doble filo. El empresario en RTS podría perder visibilidad detallada de su rentabilidad real al no registrar formalmente sus gastos (más allá de las compras de mercadería).
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¿Es conveniente el régimen de tributación simplificado?
En muchos casos, sí, especialmente para pequeños negocios que se ajustan a las actividades autorizadas. Este régimen simplifica el cumplimiento tributario, reduce los costos administrativos y permite operar con menos carga fiscal. Sin embargo, no es beneficioso para todos, ya que sus ventajas están limitadas a ciertos supuestos. Si un negocio no se ajusta a estos parámetros, podría terminar pagando más impuestos de lo necesario.
En última instancia, es crucial que usted como contador público o privado evalúe cada caso individualmente, considerando el giro comercial, el volumen de compras, el margen de utilidad y las proyecciones de crecimiento del negocio. De esta manera, se puede determinar si el régimen simplificado maximiza la facilidad sin comprometer la equidad tributaria.
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